Un abogado con despacho en España y otros países realizaba supuestas inversiones financieras en diversos mercados y extendía a sus clientes recibos y cheques para el retorno de las mismas o rentabilidades sin la correspondiente provisión de fondos.
La investigación demostró que las inversiones eran ficticias y los ingresos que percibía le permitieron llevar un tren de vida espectacular. En definitiva una estafa piramidal en la que no existe inversión real que la soporte, sino que los “beneficios” de unos “inversores” se pagan directamente con el dinero que “invierten” otros “inversores”.